El Capital y el Filosofar de las Comunidades Ancestrales en el Siglo XXI: Complejidad y Dialéctica crítica en Nuestra América

The Capital and Philosophy of Ancestral Communities in the XXI Century: Complexity and Critical Dialectic in Our America

 

 

Camilo Valqui Cachi11 y Raúl Avelino García2

1,2 - Universidad Autónoma de Guerrero, México

1. Email: [email protected] ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3064-1602

2. Email: [email protected] ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4920-3613

 

Recibido: 14/07/2021 Aceptado: 24/09/2021

 

Cómo Citar: Valqui Cachi, C., & Avelino García, R. (2021). El Capital y el Filosofar de las Comunidades Ancestrales en el Siglo XXI: Complejidad y Dialéctica crítica en Nuestra América. Dialektika: Revista De Investigación Filosófica y Teoría Social, 3(8), 54-71. Recuperado a partir de https://journal.dialektika.org/ojs/index.php/logos/article/view/60

 

 

Resumen

El presente trabajo centra su análisis en el complejo filosofar de las Comunidades Ancestrales, expresión histórica concreta de la compleja vida comunitaria, de las circunstancias, historia, lenguas y culturas, particularmente de Nuestra América. Busca someter a crítica la compleja dialéctica entre el capital como sistema y las Comunidades Ancestrales del Siglo XXI, como verdaderas civilizaciones, que el colonialismo europeo y las recolonizaciones, máxime estadounidenses, no solo las sometieron, sino también las devastaron y excluyeron, vía las cruzadas civilizatorias de los violentos procesos de acumulación de capital, que desbordaron y desbordan barbarie, genocidio, terrorismo, ecocidio, extractivismos, despojos y principalmente el epistemicidio, que continúa ahora, mediante las recolonizaciones epistémicas, académicas, culturales y educativas. No obstante, estas civilizaciones ancestrales y sus complejas racionalidades resistieron y resisten hoy, imbricadas al pensamiento crítico del Siglo XXI, a la lucha de clases y a todas las batallas contra la moderna esclavitud del trabajo asalariado y contra la moderna esclavitud de la Naturaleza, emergen como alternativas radicales a la crisis y a la decadencia civilizatoria del capital. En este contexto se aborda la sabiduría de los Na Savi, de México.

 

Palabras Claves: Filosofar, capital, Comunidad Ancestral, crítica, complejidad, dialéctica, hermandad y sabiduría de los Na Savi.

 

Abstract

This work focuses its analysis on the complex philosophizing of Ancestral Communities, concrete historical expression of complex community life, circumstances, history, languages ​​and cultures, particularly of Our America. It seeks to criticize the complex dialectic between capital, as a system, and the Ancestral Communities of the XXI Century, as true civilizations, that European colonialism and recolonizations, especially the United States, not only subdued, but also devastated and excluded them, via the Civilizing crusades of the violent processes of capital accumulation, which overflowed and overflowed barbarism, genocide, terrorism, ecocide, extractivism, dispossession and mainly epistemicide, which continues now, through epistemic, academic, cultural and educational recolonizations. However, these ancestral civilizations and their complex rationalities resisted and resist, today, imbricated with the critical thought of the 21st century, the class struggle and all the battles against the modern slavery of wage labor and against the modern slavery of Nature, emerge as radical alternatives to the crisis and the civilizational decline of capital. In this context, the wisdom of the Na Savi from Mexico is addressed.

 

Keywords: Philosophy, capital, Ancestral Community, criticism, complexity, dialectics, brotherhood and wisdom of the Na Savi.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I

 

La crisis multidimensional del capitalismo planetario evidencia sus límites históricos y la decadencia de la civilización de la plusvalía, poniendo en riesgo la propia vida en la Madre Tierra, mediante la insuperable espiral del ecocidio y otros exterminios humanos, así como a causa de las pugnas inter-imperialistas y la tendencia hacia una nueva conflagración bélica mundial.

Frente a esta sombría dialéctica humana y natural, es necesario generar alternativas radicales al actual orden de cosas, las mismas tendrán que abrevar en las Civilizaciones, Culturas, filosofares, políticas, historias, circunstancias y vidas comunitarias ancestrales, ya que sus contribuciones estratégicas entroncadas dialécticamente con el pensamiento, las ciencias y las humanidades críticas producidas por los modernos esclavos asalariados en las entrañas del capitalismo, serán  decisivas para fundar  una nueva civilización libre y comunitaria,  asentada en la diversidad universal, que rescate la compleja unidad dialéctica de la Humanidad y la Naturaleza, superando las modernas esclavitudes del trabajo asalariado y de la misma Naturaleza.

En esta perspectiva, la premisa real, para comprender la esencia y complejidad dialéctica del filosofar y de la vida de las Comunidades Ancestrales y su contribución crítica en el Siglo XXI, es en primer lugar, someter a crítica teórica la complejidad del orden del capital y hacerlo desde la perspectiva de una filosofía crítica sustentada en la complejidad materialista y dialéctica y, en segundo término, someter a crítica práctica al capitalismo mundial.

En esto estriba la dialéctica de la crítica teórica y la crítica práctica, orientada a revolucionar el sistema capitalista.

Evidentemente, sin materializar esta doble crítica, el pensamiento crítico y el filosofar de las Comunidades Originarias de Nuestra América, seguirán siendo blancos del epistemicidio, excluidos y envilecidos por el capital y éste persistirá siendo naturalizado, sacralizado y eternizado por su complejo poder ideológico, expresión de su poder económico, social, militar, político, mediático, epistémico y cultural. 

En sentido crítico, el capitalismo del Siglo XXI, es una compleja relación social, una compleja totalidad histórica y concreta que permea la existencia de la Humanidad y de la Naturaleza. Los cruciales problemas que genera son reproducidos en escala ampliada por la lógica y racionalidad de su razón de ser: la producción de plusvalía misma que perpetra y perpetúa la quiebra de la compleja unidad dialéctica de la Humanidad y la Naturaleza al transformarlas en mercancías y capital, sujetas a la ley del valor, situadas en el mercado, al soterrarlas en la propiedad privada y mantenerlas como fuentes inagotables de acumulación de capital.

El capital al sustentarse en la propiedad privada de los medios de producción explota y expolia a todos los proletarios, a los trabajadores, a los pueblos y a las Comunidades Ancestrales del mundo y también a la Naturaleza.

El capital no puede establecer otro tipo de relación con la fuerza de trabajo y la Naturaleza, que no sea la relación de explotación, dominio y opresión, relación sostenida y recreada por la compleja superestructura del Estado, del derecho, de la ideología y de los más diversos sistemas de ideas, de educación, de comunicación, de instituciones, de ciencias, tecnologías, religiones y de culturas funcionales al capital.

Esto también explica el boyante negocio de la truculenta miseria sistémica material y espiritual, cuyos rasgos dominantes de decadencia y descomposición civilizatoria (Valqui, 2012), son:

1)   Cosificación mercantil de las fuerzas humanas y de la Naturaleza (Marx, 1982) y su transformación en formas de capital humano y de capital naturaleza.

2)   Complejización multidimensional del trabajo enajenado global.

3)   Parasitismo financiero.

4)   Perversión de las ciencias y las tecnologías uncidas al capital (Turse, 14 de agosto de 2012).

5)   Imperialización multidimensional (Valqui, 2009) recolonización de Asia, África, América Latina y El Caribe, con sus componentes de militarización planetaria (Turse, 14 de agosto de 2012). Incluido el espacio cósmico (Betto, 24 de agosto de 2012) dominio de espectro total centrando en la conciencia como blanco digital de las big tech rumbo al control y administración digital humano y natural, así como las guerras de recolonización.

6)   Incorporación sistémica de las ciencias y las humanidades, y particularmente de la educación, como áreas de inversión del capital trasnacional.

7)   Mercadeo de pseudo ciencias (Bunge, 08 de mayo 2011).

8)   Democracias y gobiernos subordinados al capital imperialista.

9)   Producción industrial de terrorismo de Estado transnacional

10)             Crisis y bancarrota neoliberal (Whitney, 12 de mayo de 2011).

11)             Despotismo mediático (Yohandry, 17 de mayo de 2011).

12)             Gobierno mundial de facto o dictadura mundial (Riaño, 19 de noviembre de 2011).

13)             Desenfrenada carrera armamentista nuclear, bacteriológica, química, cibernética, electrónica, genética y sísmica (Sainath, 16 de febrero de 2009)

14)             Fundamentalismo, macartismo (La Jornada, 21 de agosto de 2012), anticomunismo y fascistización trasnacional (Robinsón, 10 de mayo de 2011).

15)             Preponderancia de la corrupción, la desigualdad, inequidad, inseguridad, el tráfico humano y el narcotráfico.

16)             Exacerbación de las pugnas inter-imperialistas (Robaina García, 24 de agosto de 2012), peligro de una nueva conflagración mundial y riesgo de la destrucción de la Madre Tierra (Poch, 20 de noviembre de 2011).

17)             Despunte de la barbarie imperialista como la guerra de espectro total contra la heroica Cuba, Venezuela, Palestina y los pueblos indómitos del mundo.

18)             Decadencia (Berman, 2007) y descomposición sistémica y social.

19)             Dominio colonial del poder político, de la subjetividad y del saber.

20)             Complejización violenta del fetichismo y la enajenación.

21)             Incremento descomunal de la deuda y el expolio colonial de las fuerzas de trabajo, de la cultura, del conocimiento comunitarios y los recursos naturales (petróleo, gas, agua, metales preciosos y de conflicto) vía la deuda (Yepe, 25 de agosto de 2012), la agroindustria, despojos territoriales y los diversos extractivismos neodesarrollistas (López y Vértiz, 25 de agosto de 2012).

22)             Flagrante violación y destrucción de los Derechos Humanos y de los derechos de la Naturaleza (CISPAL, 17 de agosto de 2012).

23)             Complejización de la lucha de clases, auge de las luchas sociales, triunfo de los movimientos democrático-populares (como en Bolivia, Chile y Perú), resistencias y procesos revolucionarios de inspiración marxista en el mundo.

 

En esta dirección es urgente la tarea estratégica de desalienar y emancipar conciencias, forjando conciencias críticas para asumir un papel esencial en la lucha de clases y en el filosofar, en la vida y en las batallas anticoloniales de las Comunidades Ancestrales, probando que por sus concepciones, circunstancias, historias, vidas comunitarias y culturas, entroncadas al pensamiento crítico revolucionario,  pasan a ser en el Siglo XXI, las alternativas radicales y revolucionarias anti capitalistas y anti imperialistas ante la crisis y decadencia civilizatoria.

 

II

 

Por lo mismo, es clave someter a crítica y desmontar los añejos resabios eurocéntricos coloniales, que son formas de epistemicidio, aún dominantes en muchas áreas del conocimiento, en los sistemas culturales y educativos sometidos a la ley del valor, así como en el pensamiento único hegemònico todavía en Nuestra América y en el mundo,  enemigos bárbaros del filosofar de las Comunidades Ancestrales y de su condición histórica de civilizaciones y culturas.

Estas posturas ideológicas y prácticas colonialistas perfeccionadas por la moderna civilización y la cultura imperialista de Occidente,  fueron impuestas y mantenidas a sangre y fuego por las recurrentes colonizaciones europeas y por las actuales recolonizaciones, particularmente estadounidenses, con la ilusión de liquidar las alternativas radicales y revolucionarias que abrevan en las comunidades ancestrales anti capitalistas y anti imperialistas y  son reales peligros estratégicos mundiales para el orden del capital.

Por lo demás, esta dialéctica real y subjetiva, evidencia que todo sujeto, que toda Comunidad Ancestral o Pueblo,  tienen la necesidad de descubrir–pensar, filosofar- la raíz, la esencia de la vida, del cosmos, de los seres, de sus  relaciones, del devenir, de los procesos, del conocimiento y de los valores,  que conforman el entramado del Ser (Valqui, 2017), integrado por la Humanidad y la Naturaleza a través de sistemas y sub-sistemas, que definen su totalidad histórica y concreta,  y por lo mismo compleja y dialéctica, en el sentido que lo concibe y asume  Karl Marx (Marx, 2007).

Por ello, los seres humanos siempre cultivaron y cultivan el “[…] filosofar; filosofía espontánea propia de todo mundo, esto es, aquélla que se encuentra inmersa en los contenidos del lenguaje cotidiano, en el sentido común, en la religión, en el mito, en fin, en toda manifestación humana” (Magallón, 1991).

Entonces, el filosofar es la capacidad epistémica que tienen los sujetos -fundidos en   las Comunidades y los pueblos-, para descubrir su propia esencia (Tarcus, 2015), su razón de Ser y los complejos problemas de su existencia. Esta compleja capacidad se sustenta en las preguntas esenciales que en todos los tiempos se han formulado, formulan y formularán todas las Comunidades y los pueblos de la Madre Tierra, en torno a la vida, a la muerte, al cosmos y a sus relaciones entre sí y con la naturaleza, así como acerca de la compleja realidad histórica y concreta, que fundamenta su dialéctica integral. Que Enrique Dussel compendia en preguntas medulares que conforman los “núcleos problemáticos” de todo filosofar (Dussel, 2009).

El filosofar permea y es permeado por la historia de los seres humanos, desentrañando y valorando los principios y las leyes constitutivas de la vida, es decir de la Naturaleza (Piedra, 30 de enero de 2014) y del universo, con los que existen en metabolismo.

Por ende, su producto, la auténtica filosofía, la filosofía crítica, es una visión epistémica totalizadora (Cerutti, 2015) de la vida, concretada en la Humanidad y en la Naturaleza y sustentada en la compleja unidad dialéctica del Ser y que subyace en la espesura fenoménica que lo envuelve.

A su vez, la filosofía crítica, es un instrumento para concebir la vida, el cosmos (Magallón, 1991), desmitificar los grandes problemas existenciales y transformar el mundo (Tarcus, 2015), poniendo en relieve su carácter complejo y crítico, como eminentemente práctico, revolucionario.

Por eso, el rasgo esencial del conocimiento filosófico crítico – fundamentalmente ancestral-, producido y reproducido por las Comunidades Humanas desenajenadas a partir de sus vidas comunitarias, circunstancias, historia, experiencias (Boaventura de Sousa y Meneses, 2015) y culturas, ha sido, es y será: abarcar a toda la realidad, al Ser, porque éste es la fuente de la vida, del metabolismo, de la necesidad de filosofar y de la conciencia crítica comunitaria.

Por consiguiente, la propia conciencia filosófica es integral y “[…] no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el Ser de los hombres es su proceso de vida” (Marx y Engels, 1973) integral, material.

Con razón Marx sostuvo: “La producción de las ideas y representaciones, de la conciencia, aparece al principio entrelazadas con la actividad material […], como el lenguaje de la vida real” (Marx y Engels, 1973).

Por lo que “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia” (Marx y Engels, 1973), sin perder de vista que ambas constituyen una unidad dialéctica.

Desde la perspectiva de la filosofía crítica las expresiones del Ser: Naturaleza, Humanidad, realidad y cosmos son un entramado dialéctico de la vida material y subjetiva, micro y macro, una compleja totalidad en la que la Humanidad es una forma de Naturaleza y ésta una forma de Humanidad.

En sentido amplio la Naturaleza incluye a la Madre Tierra, a los propios seres humanos, al universo, al tiempo, a todas las formas de vida existentes en el universo, a los minerales, metales, rocas, planetas, sistemas solares, galaxias y micro partículas (Von Mentz, 2012).

Asimismo, la unidad de la Naturaleza se revela en su diversidad y su diversidad se expresa en su unidad, sintetizadas en la dialéctica de la vida, por lo que la filosofía crítica concibe y asume a la Naturaleza como un complejo Ser Vivo que incluye a los seres humanos, y jamás como un montón de objetos, cosas, materias primas o materias sin vida.

Por ello, la filosofía de la Naturaleza se funda en la vida y por ende en la dialéctica de los sujetos y procesos. Esta compleja episteme crítica supera el mundo disciplinar, rompe las fronteras del concreto pensado, porque más que una compleja dimensión cognitiva, la filosofía es una compleja dimensión de la vida Humana Natural real y espiritual.

Esta visión ancestral es contraria a la concepción y práctica de la moderna civilización capitalista que ha fraguado la enajenación de los seres humanos entre sí y de éstos de la Naturaleza construyendo antropocentrismos capitalistas que centralizan al hombre abstracto, como la razón de ser de la sociedad burguesa, cuando en esencia en esta abstracción mistificadora subyace el dominio concreto del hombre capitalista, del sistema burgués que materializa, que produce y reproduce la esclavitud asalariada y la moderna esclavitud de la Naturaleza.

Esta filosofía crítica es el reverso de las concepciones cientificistas de la física, que han cosificado y simplificado a la Naturaleza (Belshaw, 2005) identificándola con un mundo cosificado e inerte, como un inagotable almacén de materias primas.

Esta cosificación despoja de vida a la Naturaleza, así como de Naturaleza a los seres humanos y a éstos de Naturaleza, pulverizando no únicamente la compleja unidad dialéctica de  los seres humanos y de la Naturaleza, sino también la condición Natural de la Humanidad (Alfaro, 2008).

Pero también despoja a la Naturaleza de los procesos y capacidad cognitiva y afectiva inherentes a la vida (Geymonat, 1998).

Por todo esto, con sustento ontológico se plantea que “[…], la mirada filosófica resulta indispensable para recuperar el contacto intelectual y vital con la Madre Naturaleza” (San Miguel de Pablos, 2010).

Ya que, el entrelazamiento complejo y dialéctico inherente a la realidad, así como el existente entre la conciencia y la vida y entre la Humanidad y la Naturaleza, ha sido y es quebrantado por mediaciones enajenantes sintetizadas en la propiedad privada, las clases sociales, la lucha de clases, el Estado, el derecho, la mercancía y otras emanaciones, que conforman los sistemas clasistas establecidos sobre relaciones de explotación y dominio de los seres humanos y de la Naturaleza, particularmente las impuestas por la civilización capitalista.

El reduccionismo y la simplificación metafísicos del Ser, por cuenta del filosofar y de la filosofía de la modernidad occidental, ha disuelto y mistificado la compleja (Morin, 1990) unidad dialéctica del Ser Humanidad-Naturaleza, Naturaleza-Humanidad.

Estas perversiones epistémicas (Valqui, 2017) han tenido impactos destructores reales y subjetivos no solo en la interpretación del mundo, sino fundamentalmente en su transformación. Por ende, allí están las políticas oficiales sustentadas en estas perversiones que en vez de prevenir y superar las crisis sistémicas las han intensificado y centuplicado la destrucción de la humanidad y especialmente de la Naturaleza.

Así, el capital intensifica y perfecciona esta fractura sistémica por la vía de sus violentos procesos de acumulación de capital llevándola hasta las últimas consecuencias: el riesgo del fin de la vida en la Madre Tierra.

Por ello, el filosofar crítico sobre la dialéctica  de Humanidad y  la Naturaleza, construye una filosofía liberadora de la vida Humana y Natural fundada en la compleja cosmovisión no occidental del mundo -físico y espiritual-,  de las culturas, de la historia   y  de las praxis de las Comunidades Originarias, particularmente de Nuestra América, entroncada con el pensamiento crítico marxista, anti-eurocéntrico y anti-capitalista y con las actuales  luchas revolucionarias  de los trabajadores y parias del mundo en el Siglo XXI.

El filosofar y la filosofía de Nuestra América por su carácter crítico y desalienador es el arma de la Naturaleza Humanizada y de la Humanidad Naturalizada para liquidar la doble esclavitud que sufren bajo la férula del orden del capital planetario.

 

III

El filosofar nuestroamericano se funda, en las históricas relaciones de producción comunitarias, premisa real de toda vida comunitaria y da la perspectiva epistémica, que concibe y asume a la Naturaleza –el universo inmediato- como un complejo ser vivo que incluye a los seres humanos, con los cuales conforma una compleja comunidad dialéctica como totalidad real y subjetiva.

Las relaciones originarias de los seres humanos entre sí y de éstos con la Naturaleza son de esencia comunitaria, conforman una totalidad histórica y concreta, compleja y dialéctica, creada en comunidad total.

Son relaciones esenciales de correspondencia y armonía en el curso de las cuales, se Humaniza la Naturaleza y se Naturaliza la Humanidad, mediante el trabajo lúdico, que es el único modo como los seres humanos y la Naturaleza realizan su metabolismo (Marx, 2005), y desarrollan su dialéctica comunitaria.

Esta compleja armonía histórica sólo pudo surgir, construirse y perdurar en una comunidad sostenida en relaciones de producción comunitarias y por ende en valores de uso comunitarios, que es el concreto real comunitario que se reproduce en la cabeza de los seres humanos como concreto espiritual comunitario (Marx, 2007), es decir una vida comunitaria que determina la conciencia comunitaria (Marx y Engels 1973).

En este sentido, se puede afirmar que, en comunidad, la Humanidad vive de la Naturaleza y ésta vive del ser humano, como lo fundamenta Marx: 

«Decir que el hombre vive de la naturaleza significa que la naturaleza es su cuerpo, con el cual debe permanecer en continuo intercambio para no morir. La afirmación de que la vida física y mental del hombre y la naturaleza son interdependientes significa simplemente que la naturaleza es interdependiente consigo misma, puesto que el hombre es parte de la naturaleza» (Marx y Engels, 1982).

Tal cosmovisión es ajena a la propiedad privada de los medios de producción y por lo mismo ajena al ser, al pensar y al deber ser inherente a todo sistema de clases sociales.

Ontológica y epistemológicamente se basa en la comunidad de vida, por lo tanto, es antitética a toda forma de cosificación de la Naturaleza y de los seres humanos, a todo tipo de mercado y a toda lógica real y subjetiva de la ley del valor.

Con razón José Mariátegui afirmaba: “En el Perú de los Inkas era más cierto que en pueblo alguno el principio de que la vida viene de la tierra” (Mariátegui, 1994), de la Naturaleza.

Igualmente, el Amauta identificó al uso colectivo de la tierra, de las aguas, tierras de pasto y bosques y al trabajo común a través del Ayllu, con el comunismo inkaico (Mariátegui, 1994).

Por su parte Valcárcel, sostenía también que la tierra en el Tawantinsuyo:

«[…], es la madre común: de sus entrañas no sólo salen los frutos alimenticios, sino el hombre mismo. La tierra depara todos los bienes. El culto de la Mama Pacha es parte de la heliolatría; y como el sol no es de nadie en particular; tampoco el planeta lo es. Hermanados los dos conceptos en la ideología aborigen, nació el agrarismo, que es propiedad comunitaria de los campos y religión universal del astro del día.» (Mariátegui, 1994).

 

Por lo mismo, para la Cosmovisión Comunitaria traficar con seres Humanos y con la Naturaleza es una perversión, un absurdo, una total irracionalidad.

La producción, distribución, circulación y consumo de mercancías son procesos clasistas de dominio y explotación propia de sistemas societarios excluyentes, máxime del capitalismo, que privatizan, enajenan, cosifican, acumulan capital  y concentran riqueza a expensas del trabajo asalariado y de toda la humanidad y del trabajo de la propia Naturaleza.

La Cosmovisión de las Comunidades Originarias es contraria a los resabios materiales y metafísicos del fetichismo de las mercancías porque éste destruye las bases reales de la vida comunitaria de la Humanidad y la Naturaleza y al mismo tiempo genera devastadoras dualidades, dicotomías, contradicciones, enajenaciones y fragmentaciones en el filosofar, en la conciencia y en la propia existencia comunitaria.

De igual modo, es una visión crítica, que libera conciencias  del fetiche del múltiple poder de la clase dominante. Su fuerza ontológica, epistémica y política radica en la comunidad desalienada que conoce y se auto-reconoce, por ello es una alternativa al dominio epistémico colonial occidental y su concreción dominante material.

Karl Marx, valoró inmensamente el potencial revolucionario de la forma comunal de la Humanidad  para construir el socialismo revolucionario rumbo al comunismo sin cruzar el infierno capitalista (Gogol, 1994).

Evidentemente, es el reverso del filosofar de la razón instrumental, es una perspectiva filosófica crítica para la descolonización mental (Bernreuter, 2007) eurocéntrica (Delgado, 30 de junio de 2013) de Nuestra América.

Se trata de un Filosofar comunitario, cuyo su centro es la vida (Huanacuni, 2010), la existencia y el devenir de la comunidad y ésta supone la unidad amorosa de la Humanidad y la Naturaleza, como mutua necesidad de seres vivos (Gallardo, 2007) y no como una relación de esferas cosificadas mediadas por el dominio y la explotación del fetichismo mercantil.

La Humanidad y la Naturaleza no son un complejo ontológico cosificado, sino un complejo ontológico vivo cuya dialéctica real se afirma en su unidad y diversidad en tanto vida en comunidad cósmica.

«Los lazos cósmicos que nos vinculan se hacen realidad gracias a nuestra Madre Tierra. Nos liga cósmicamente así como una madre liga consigo a sus hijos e hijas que tienen que aprender a convivir como hermanos. […], estos lazos nos hacen sujetos a todos nosotros y excluyen la posibilidad de objetos. La filiación con la madre modifica el modo de ser de todos sus hijos e hijas. Nos puede abrir los ojos, los oídos y el corazón para ver lo que no vemos, escuchar lo que no escuchamos y pensar lo que no pensamos.» (Lenkersdorf, 2007)

 

Esta perspectiva filosófica, por ejemplo, se expresa y plasma en lo que piensan y hacen los niños tojolabales ante los exámenes individuales, cuando demandan: “Veinticinco cabezas piensan mejor que una y cincuenta ojos ven mejor que dos” (Lenkersdorf, 1999).

Cosmovisión milenaria de los Comunidades Originarias, que hunde sus raíces ontológicas y epistémicas en las premisas reales de la dialéctica comunitaria histórica y concreta de todas las Comunidades Originarias de la Tierra y que en Nuestra América se sintetiza en el núcleo filosófico crítico andino-amazónico del sumak kawsay (quechua) o suma qamaña (aymara) del Buen Vivir, de carácter antisistémico (Valqui, 2017).

También el Buen Vivir, supone el Sumak Allpa es decir “Tierras sin mal” (Hidalgo, 2013).

El sumak kawsay crítico se funda en los ejes ontológicos de la Pachamama (Madre Tierra), de la Sachámama (Madre Selva) y la Yakumama (Madre Agua) (Valqui, 2017).

Suma en la cosmovisión aymara significa plenitud, sublime, excelente, magnífico, hermoso y Qamaña quiere decir vivir, convivir, estar siendo (Valqui, 2017), en dialéctica perpetua.

En el filosofar quechua el Sumak se corresponde con Suma, mientras Kawsay en encarna la vida, el ser estando (Toledo, Octubre de 2013).

El Buen Vivir crítico, es una filosofía y una vida comunitarias cuya naturaleza es la negación de la decadencia civilizatoria en curso.

Es irreconciliable con la visión y la vida de la modernidad occidental que establece la lógica total de dominio y control de la Naturaleza por las clases capitalistas.

Por eso, el Buen Vivir, es la crítica de la complejidad dialéctica comunitaria real y subjetiva que liquida las contradicciones societarias sistémicas entre los individuos y la comunidad y entre ambos y la Naturaleza, así como las fracturas metafísicas entre las partes y el todo, sin comprender y asumir en la práctica la dialéctica de la comunidad y su armonía, donde “[…] todo está interrelacionado, que nada está dividido y que  nada está fuera” (Choquehuanca, 10 de noviembre de 2020).

Ciertamente esta dialéctica:

[…] no implica desconocer los conflictos sociales, las diferencias sociales y económicas, tampoco negar que estamos en un sistema depredador, como el capitalista. Por tanto, a diferencia del mundo del consumismo y de la competencia extrema, lo que se pretende es construir sociedades en donde lo individual y lo colectivo coexistan en complementariedad entre sí y en armonía con la Naturaleza, donde la racionalidad económica se reconcilie con la ética y el sentido común. La economía tiene que reconciliarse con la naturaleza, para mantenerla y no para destruirla, para retornar a su valor de uso y no al valor de cambio” (Piedra, 30 de enero de 2014).

Esta perspectiva crítica de profunda raíz comunitaria, solo será posible diluyendo el capitalismo.

Ciertamente, el Sumak Kawsay crítico, supone la socialización de los medios de producción, la eliminación de la propiedad privada, la abolición de las clases sociales, la disolución de la supra-estructura de dominación y de todas las formas de enajenación.

En síntesis no será posible sin someter a crítica teórica y práctica en el orden táctico y estratégico al sistema capitalista mundial,  porque que se propone construir la vida natural y humana a partir de la libertad, la armonía, la solidaridad, el respeto, la reciprocidad, la equidad y la dialéctica comunitaria, apropiándose de la riqueza material y espiritual y particularmente del vertiginoso torrente científico, humanístico,  tecnológico y cultural que han generado los asalariados del capital, pero  evidentemente, superando su carácter enajenado e instrumental en contra la Humanidad y la Naturaleza.

Las comunidades, Pueblos y trabajadores del mundo no deben caer en fantasías de un Sumak Kawsay construido con las armas melladas del capital, ni en las terceras vías ni socialistas ni capitalistas que solo mistifican el carácter anti humano y antinatural del capital cuyos procesos de acumulación siempre se encuentran a expensas de la vida humana y de la vida natural (Schteingart, 29 de junio de 2021); menos, en las quimeras de refundar y humanizar al capitalismo, que en esencia significa desconocer su esencia depredadora, su agotamiento histórico y su decadencia como civilización.

 

IV

Es este contexto histórico concreto y también epistémico se puede incorporar la vida y el filosofar comunitarios de los Na Savi (INEGI, 2005) “la gente de la lluvia” (mixtecos) (Sarmiento, 2000) de México, ya que a través de la perspectiva de la hermandad del Yoo (nosotros) constituye una de las fuentes vivientes de las alternativas anticapitalistas.

De esta manera, en la esencia comunitaria de los Na Savi no predomina en ninguna de sus formas clasistas de la explotación humana, es decir del hombre de la clase dominante sobre el hombre trabajador, es, por el contrario, una forma comunal y colectiva de producción siendo diametralmente opuesta a la forma capitalista de producción, cuyas clases dominantes vive del trabajo asalariado.

Así, en su esencia filosófica y humanística condensa la armonía de su ente comunitario con la Naturaleza en toda su expresión.

En la moderna civilización capitalista, el ser humano ha sido extrañado de sí mismo y de los demás, así como también  ha sido fragmentado  a través de la enajenación.

Entre las distintas formas de enajenación se destacan “la enajenación del ser genérico y la enajenación respecto al otro, [estas] se condensan en la perdida de la vida comunitaria, favoreciendo la figura del individuo.” (Bermudo, 2015)

Para superar este contexto real y concreto es necesario recuperar todas las perspectivas en esencia anticapitalistas y someter a crítica las lógicas del sistema capitalista (Arocena, 2020) y, sobre todo, bregar por la superación dialéctica del capital, es en este contexto que los aportes marxistas se recuperan por su relevancia toda vez que  preconizan los aportes epistémicos de las comunidades ancestrales ante la embestida de la epistemología colonialista deviniendo en un epistemicidio (Correa y Saldarriaga 2014), del cataclismo de la naturaleza que provoca el ecocidio (Valqui, 2014) y sobre todo el etnocidio (Bonfil e Ibarra 1982) de las culturas de estirpe nuestroamericana.

La resistencia y las luchas anticolonialistas y anticapitalistas deben de acuñar “en su razón de ser la negación radical del capitalismo planetario y los sujetos históricos asuman una praxis revolucionaria” (Valqui, 2011) que liquide  la barbarie congénita del capital.

En este sentido, y de modo que la esencia comunitaria del hombre (Axelos, 1969) genérico se ha deformado por la modernidad colonialista y capitalista, es menester rescatar las visiones de las naciones ancestrales que coexisten con singularidad en estas latitudes y en todo el orbe condensando ontológicamente en su kosmovisión el buen vivir, que pondera la relación natural y espiritual entre el hombre y la madre Naturaleza en esencia de la vida comunitaria.

Con este pulso estratégico se trata el filosofar de los Na Savi. Los Na Savi integran “el agua”, “la lluvia” en su kosmovisión y en su ente cotidiano desde el ámbito lingüístico, social como cultural, de ahí que su autodenominación sea la “gente de la lluvia” adquiriendo un alto valor axiológico en su relación (López, 2016) comunitaria.

Una peculiaridad en su filosofar es el valor de la hermandad que trasciende lo humano en la naturaleza, siendo un orden cosmológico (González, 2019), concibiendo un todo articulado, en una relación de hermandad que se materializa en sus acciones cotidianas, desde las ceremonias para la petición de lluvias, así como la organización de cualquier otra actividad de carácter comunal.

La hermandad es tal que abarca no solo la parte familiar consanguínea, sino que encarna una relación de praxis ontológica que guarda una identidad extensa, así: Ñani: Hermano, Kuva: hermana (García, 2016), esta distinción la ocupa cualquier semejante, es decir puede ser en el rango de parentesco; tíos, padres, primos, sobrinos, abarcando a los integrantes dentro y fuera de la comunidad como son amigos o conocidos, manteniéndose la categoría Ñani, Kuva.

No hay distinción, todos somos iguales, y, además, esto es una expresión de respeto Ña to´o.

Del mismo modo, la hermandad se complementa con la Nosotridad Yoo, es decir el nosotros, en este sentido confluye con la perspectiva tojolabal de la que magistralmente da cuenta Carlos Lenkersdorf (2005) concibiendo desde esta óptica la praxis comunitaria sin el desaire de las participaciones individuales, ya que la comunidad se compone precisamente de cada integrante de la misma, tomando en cuenta su participación y decisión. Converge la multitud en la unidad.

El filosofar del Yoo parte de una concepción integral, concibiéndose como una familia extensa, en otras palabras, Na Yoo “nosotros todos” se concibe desde la comunidad nosotrica que no suple la decisión individual, sino que fomenta su aportación en el contexto comunitario, constituye una comunidad polifónica y sinfónica (Lenkersdorf, 2005).

Así, el ser humano como parte del mundo, universo o kosmos Ña Yuvi (Martínez, 2015) es una forma más de vida entre otras vidas.

Por consiguiente, la sabiduría de los Na Savi se condensa en el respeto a todas las formas de vida que hay en la Naturaleza, partiendo de la deidad Savi.

Este respeto a la Naturaleza, constituye un elemento de convergencia con otras civilizaciones ancestrales de Nuestra América, presentando peculiaridades concretas en cada cultura, como se advierte:       

Algunos lo llamamos Madre Tierra, para los hermanos de la Amazonía será la Madre Selva, para algunos Pachamama o para otros como los Urus que siempre han vivido sobre las aguas será la Qutamama. Todos los pueblos en su cosmovisión contemplan aspectos comunes sobre el vivir bien que podemos sintetizar en: "Vivir bien es la vida en plenitud. Saber vivir en armonía y equilibrio; en armonía con los ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de la vida y de la historia, y en equilibrio con toda forma de existencia en permanente respeto" (Huanacuni, 2010).

Esta perspectiva de profundo respeto hacia la Naturaleza, ha inducido a la asimilación de la vida comunitaria por la vida natural y viceversa, una unión dialéctica, metabólica y armónica entre la Humanidad y la Naturaleza.

Aquí estriba la vida en plenitud.

Por ende, la sabiduría de Na Savi que se sustenta en la triada dialéctica del pensar-sentir-hacer, no concibe la razón sin el sentir y sin la acción, supera la generalizada simplificación metafísica de la compleja riqueza y unidad dialéctica de la materia y la conciencia, del mundo material y espiritual.

Se contrapone de este modo, a la reduccionista razón de la moderna civilización colonialista y capitalista que impone la razón positivista (Matías y Hernández 2014) como la única y universal forma racional, en todo el mundo, excluyendo todas las formas de racionalidad no occidental, como la racionalidad de las Comunidades Ancestrales, basadas en su vida comunitaria y expresión de sus circunstancias, filosofar, cultura, lengua, historia y Naturaleza.

Según la sabiduría Na Savi y de otras de Nuestra América, jamás se puede pensar suprimiendo el sentir, porque significa despojar al sujeto mismo de su ente, ya que son sabidurías vienen del fondo de los corazones de nuestros Pueblos (Choquehuanca, 10 de noviembre de 2020).

En Tu´un Savi (idioma de los Na Savi)[1] se dice Nda Kani Ini´un: piensa con tu interior, llama a tu interior o corazón,[2] es un pensar desde el corazón, desde lo más profundo del Ser.

Contrariamente, en el lenguaje español pensar  es apelar solo a la razón, a la mente, es reflexionar, razonar, analizar. Los sentimientos se contraponen a la razón.

Del mismo modo el llamado a la conciencia o prudencia para los Na Savi sería Taku ko ini´un: mantén vivo tu interior.

De ahí que los Na Savi sean la gente de corazón antes que la gente de razón, pero también la gente de razón, pero estrechamente de la mano con el sentir.[3]

En esta visión y esta forma de vivir, se concatena el pensar, sentir, escuchar y hablar con el corazón, con el interior, en el que habla la existencia comunitaria.

 

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[1] Variante de la comunidad de Mexcala, en la región montaña del Estado de Guerrero.

[2] En el sentido empleado también denota corazón, no obstante Corazón sería Nima.

[3] Indicando al extranjero, al colonizador que se atribuye ser la gente de razón y de la civilización humana en su expresión racista atribuyendo a los indígenas como los sin razón, es decir, salvajes e ignorantes.