Marxismo y dialéctica de la naturaleza. (Segunda Edición)

Marxism and dialectics of nature

Recibido: 12/12/2019  

Aceptado: 08/01/2020

 

Luis F. García Soto 1*

1* Docente en Universidad de La Habana, Facultad de Filosofía e Historia, La Habana, Cuba.

Email: [email protected]

ORCID ID:  https://orcid.org/0000-0002-7360-4169

 

Resumen: Reseña del libro "Marxismo y dialéctica de la naturaleza".

Palabras clave: Marxismo, dialéctica de la naturaleza, Engels, Marx.

Abstract: Book Review on "Marxism and dialectics of nature". 

Keywords: Marxismo, dialectics of Nature, Engels, Marx.

 

 

INTRODUCCIÓN

Todo libro de filosofía tiene un debate implícito. Filosofar conlleva energía, refutación y enfrentamiento ante otras ideas. La polémica no es en sí un estilo, ni mucho menos un género literario, aunque alienta indiscutiblemente al lector a pensar agudamente, a sopesar el mundo de la teoría como lo que es, un mundo de guerra, simbólica, ciertamente, pero guerra al fin. El libro Marxismo y dialéctica de la naturaleza del Msc. Rogney Piedra Arencibia es un vivo ejemplo de una obra filosófica que hace esta invitación al lector, esta vez en una segunda edición de la obra, publicada por la Editorial Edithor.

Polemizar, rigurosamente, claro está, la espinosa cuestión del estatus de Friedrich Engels en la historia del marxismo es un reto considerable. ¿Le parece gratuita semejante polémica? Pues no, no lo es. El mismo autor se encarga de presentar su problema de la manera más diáfana posible: muchos marxistas han renegado del papel de Friedrich Engels como cofundador de la teoría marxista y le han responsabilizado de los peores vicios teóricos que se le pueden adjudicar al marxismo. No obstante, Rogney, desde bien temprano en su libro, plantea con un arrojo encomiable su postura defensora del inseparable amigo de Marx.

  La dialéctica engelsiana de la naturaleza es el punto más vivo de este encendido debate en la historia del marxismo. El autor aclara el origen de este debate con la mayor sencillez y una minuciosidad magnífica. Empezando por Lukács, con una interesante apostilla a Chernov, el autor recorre el largo trayecto del marxismo occidental durante el siglo XX hasta llegar a las posturas contemporáneas de crítica y rechazo visceral a Engels. Estos autores, como Nestor Kohan (2003), Norman Levine (2006) o Herbert Marcuse (1975), renombrados e influyentes, compartían el repudio de la dialéctica de la naturaleza de Engels. Una de las razones para ello las va presentando el autor desde su mismo inicio: la identificación de las ideas de Engels con el DiaMat soviético.

Aunque la dimensión política de esa identificación pesa en la crítica a Engels, Rogney presenta paso a paso los asuntos que son atacados desde el marxismo contemporáneo dentro de la misma dialéctica de la naturaleza. ¿Por dónde empezar? Pues por la misma división Marx-Engels.

La división entre Marx y Engels es uno de los movimientos fascinantes de la historiografía y critica marxista en el siglo XX. La pretensión parece justa, puesto que se trata de lavar la imagen de Marx con vistas, quizás, a salvar su teoría de los errores y horrores prácticos del socialismo real. Sin embargo, este lavado, tal y como se ha hecho, implica liberar a Marx del marxismo, y de paso, de Engels. Semejante oposición tal y como se demuestra en el libro, persigue una quimera, a todas luces injustificada, considerando la complicidad y camaradería entre Marx y Engels y el partidismo de ambos. La quimera, no obstante, la forzaron a existir al forjar una línea sucesoria que lleva del Engels “naturalista” a los crímenes de Stalin, mientras la luminosidad de Marx, sobre todo “el joven Marx”, llevaría a la teoría emancipadora contemporánea. ¿Tiene efectos reales semejante división? La respuesta del autor es afirmativa, avalada con abundantes referencias bibliográficas (Cf. Piedra, 2019, pp. 9, 10, 12, 13), ante las cuales los argumentos de autores como Lukács, y muy especialmente, Néstor Kohan, son derribados sin piedad.

 Cierto es también que la oposición entre el Marx humanista y el Engels positivista es crucial para comprender las derivas del propio pensamiento marxista fuera de la URSS en el siglo XX. La dicotomía entre praxis y materia, que estos últimos defendían, y ante la cual abogaban por la praxis, desvela el origen externo y posterior de esa división entre los dos fundadores del marxismo. Praxis, en última instancia, como concepto fundamental del marxismo, fue el refugio en el que se cobijaron los marxistas occidentales ante el empuje de la industrialización y el avance geopolítico soviético. La praxis eximía de responsabilidades políticas, la praxis, como reducción a la actividad creadora del hombre, rescataba un cierto antropocentrismo con tintes idealistas que sonaba mejor a un público diferente que solo concebía la Revolución como posibilidad teórica. Si el DiaMat era la filosofía soviética y contenía ideas de origen claramente engelsiano, solo purgándolo del engelsianismo se podía salvar a Marx. Al final, el DiaMat tenía tras de sí el poder de un Estado, y toda asociación a este fue adjudicada a la teoría. Engels no era el fundador de un dogma ni de un marxismo falso, pero la distinción entre lo verdadero y lo falso del marxismo, que solo podía venir de los teóricos occidentales, hizo mella en la recepción del pensamiento engelsiano.

¿Acaso apropiarse de la praxis como categoría principal resolvió el problema teórico para el marxismo occidental? La respuesta de Rogney, como se hace evidente a lo largo del libro, es que esta postura, a todas luces reduccionista, y condicionada por circunstancias políticas, solo terminó engendrando más problemas. Estos problemas que se fueron generando son desplegados ante el lector de forma lógica en el libro, exponiendo ante nuestros ojos los puntos centrales de la polémica y acercándonos a las consecuencias reales del antiengelsianismo.

  ¿Engels naturaliza la historia? ¿Engels naturaliza el trabajo? Ante estas cuestiones el autor nos presenta el fantástico mundo de la argumentación anti-engelsiana más común. Engels, tildado de positivista y presentado como personaje de caricatura por el marxismo occidental, queda reducido a un biologicista y un metafísico. Ante este dilema, el autor enfrenta de manera magistral las críticas a las que autores como Kohan (2005, p. 46) someten a Engels. Encontramos de esa manera a un Engels imaginario y caricaturesco enfrentado al Engels histórico, real, de cuyos escritos el autor presenta una muestra de las posiciones del teórico alemán que refutan el argumento de la naturalización. Es curioso que sea Engels acusado de trasplantar las leyes de la naturaleza de manera forzada a la historia del hombre, cuando es Engels precisamente el que defiende las más avezadas tesis sobre el peso crucial del trabajo en la evolución del ser humano. Si acaso, Engels es el más dialéctico y valiente de los marxistas al adentrarse en el escabroso camino de la antropología para entender el valor historiográfico de la nueva concepción del hombre y la historia elaborada en el marxismo. Ante la pobreza del argumento caprichoso y falaz, como el de Kohan, el autor propone una impecable selección de referencias bibliográficas que no dejan indiferente al lector. Da la impresión de enfrentarse en este duelo particular con autores como Kohan que Rogney refutase las ideas antiengelsianas como si de libelos se tratasen.

 ¿Y la materia? He aquí el otro asunto peliagudo al que Rogney hace vasta referencia (Piedra, 2019, p.55). No es para menos. Aun hoy continúa siendo sometida a ridículo la teoría marxista ante la aparente simpleza del materialismo en la versión soviética. No obstante, ni la versión soviética ni el concepto mismo de materia, axial para el marxismo, tienen nada de simple. Engels, erigido en el bendito culpable de introducir semejante problema en el marxismo, carga sobre sus hombros, a juicio del marxismo occidental, con el pecado original de insistir en la materia y en la naturaleza como cruciales para el marxismo. La pregunta que se deduce de este problema está clara: ¿Por qué le preocuparía al marxismo occidental poner en duda la existencia misma de un sustrato material independiente del hombre? ¿Y la respuesta de Engels? El autor nos expone el carácter fundamental del concepto de materia en toda la teoría elaborada por Marx y Engels. No es solo afirmar la objetividad de las leyes científicas y de la explotación económica real, sino su carácter material, no ideal. La distinción misma que realiza Marx con respecto al idealismo precedente radica en la famosa inversión de la dialéctica hegeliana. Pareciera que al criticar esa inversión y a la insistencia de Engels en el conocimiento y estudio de las ciencias naturales, los marxistas occidentales se hubieran sentido tentados a volver a colocar la realidad, en el plano teórico, en la misma situación que la había puesto el idealismo alemán.

  No son menos notables en esta segunda edición de la obra las adiciones que se le han realizado. Por si la relevancia de la temática trabajada por el autor no fuera muy evidente, el prólogo de Victor Carrión sitúa de manera rigurosa al debate abierto por Rogney en el panorama intelectual de una contemporaneidad complejísima, que escapa a definiciones simples. El prologuista apunta directamente a la importancia de los argumentos fuertes sostenidos por Engels y, por consiguiente, defendidos en el libro, en una época en la que la misma izquierda parece renegar de un teórico crucial para el marxismo y, sobre todo, parece condenar al marxismo a sufrir los avatares de las políticas identitarias. El prólogo sin duda orienta acertadamente hacia el alcance que el estudio del libro propone y ubica en el mapa ideológico del momento aún más claramente la posición de los críticos acérrimos de la Dialéctica de la Naturaleza.

Es novedad en la presente edición un análisis más cuidadoso de la relación personal de Engels con Marx. En la teoría marxista se agradece el análisis casuístico y detallado de un individuo, tal y como hace Rogney con Engels. No cabe duda del compromiso y la amistad de los grandes fundadores del marxismo. En el acápite La increíble modestia de Engels, una oportuna añadidura para esta segunda edición, el autor procede a desglosar la actitud descuidada del propio Engels hacia su imagen como teórico. Rogney hace abundantes referencias a la renuncia personal de Engels al halago y el elogio, a pesar de ser uno de los pensadores más geniales de su época y una de las personas más capaces en el mundo intelectual. Haber sido un pensador auténticamente renacentista, políglota e interesado en múltiples áreas del saber es una prueba incontrastable de la competencia de Engels, muy a pesar de las invectivas vacuas lanzadas por autores como Norman Levine (2006, pp. 92-93); cuestión que el autor hace más que evidente. Analizar la relación de Engels con su propio reflejo en la historia, con su legado, nos brinda la posibilidad de acceder a una figura denostada generalmente, que a un nivel humano probó tener tanta grandeza que como teórico.

  Por último y no menos importante, atrae a la mirada atenta del lector la última añadidura de esta segunda edición: “Las venganzas de Engels”. En este epílogo el autor realiza su propia inversión de la discusión para emplazar definitivamente a los profetas del antiengelsianismo: Engels y sus críticos desde nuestra contemporaneidad, no desde los prejuicios de la Guerra Fría. Al homologar la situación de autores como Kohan con la postura de Bogdanov, Rogney recrudece el debate y la cuestión planteada resuena con un terrible eco en el marxismo occidental y contemporáneo, ¿las ciencias naturales son de relevancia para el marxismo? Para Rogney sí, para Engels también, y a la luz de los planteamientos defendidos por el autor es difícil refutarlo sin antes proceder a un acopio de referencias y argumentos muy contundentes. ¿debe la filosofía dejar de existir? No, pero esta respuesta que nos ofrece el autor, por medio de Engels, no nos invita a una especulación estéril. No es tarea de la filosofía volver la mirada, preñada de sagacidad, de la tierra a los cielos, sino entendiendo la relevancia que tiene nuestra relación con el mundo y la relación entre la teoría y los datos empíricos, enfocarse en la conexión sistémica y dialéctica del mundo objetivo que las ciencias naturales nos revelan. Las venganzas de Engels son las oportunidades que aprovecha el autor impecablemente para irrumpir con reflexiones contemporáneas a nosotros. Sin caer en el ecomarxismo, Piedra Arencibia rescata lo valioso del análisis que realizara Engels de la relación hombre-naturaleza. Engels aparece como un contemporáneo nuestro más, a diferencia de sus críticos. La naturaleza, con el apremio de su crisis antropogénica, nos acerca al alemán, como insiste el autor, y nos desvía del camino antiengelsiano.

  La profusión de referencias bibliográficas, evidenciada en las 642 referencias que realiza el autor en el texto, así como el pormenorizado trabajo con la fuente son la prueba fidedigna de que estamos ante el resultado de un trabajo de la más alta calidad. Aunque no se trate de un tratado por sus dimensiones, Marxismo y dialéctica de la naturaleza nos incita a ahondar más en la investigación de la teoría marxista. La postura ecléctica asumida después de la caída de la URSS que pretendió sacrificar a Engels y a la dialéctica de la naturaleza como producto teórico derrotado recibe en este libro la más contundente respuesta. Tomar partido es necesario, pero hacerlo manteniendo el rigor que demuestra el autor es indispensable en la ciencia y solo puede tener resultados fructíferos. Ante la perspectiva de un debate en el marxismo contemporáneo, este libro representa una fuerte línea de defensa, de las más avanzadas quizás, del lado que el mismo marxismo ha condenado al olvido.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Kohan, Nestor (2005). El Capital: Historia y Metodo. La Habana: Ciencias Sociales.

Kohan, Néstor (2003). Marx en su (Tercer) Mundo. 2". La Habana: Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello.

Levine, Norman (2006): Divergent Paths. Hegel in Marxism and Engelsism. New York: Lexington Books.

Marcuse, Herbert (1975). El marxismo soviético. Madrid: Alianza Editorial.